ISABEL
OYARZÁBAL SMITH. Una malagueña
universal.
En 1878 nace en Málaga Isabel Oyorzábal Smith, en esa época reinaba en
España el rey Alfonso XII y su esposa Mª
de las Mercedes de Orleans, fueron apenas dos semanas las que separaban el
fallecimiento de la joven reina y el nacimiento de Isabel. España había
contraído compromisos políticos difíciles de realizar, la crisis del gobierno
monárquico en 1879 no dejaba fluir circunstancias propicias para el crecimiento
económico español, por tanto la desigualdad social se disparaba con un alto
índice de pobreza, por otro lado la Guerra de Cuba supuso una gran pérdida para
las arcas españolas que arriesgaron para finalmente perder la batalla en Cuba.
Por entonces Málaga estaba
consolidada industrialmente, siendo la segunda ciudad con más comercio e
industrias después de Barcelona, este auge lo promovieron principalmente
familias aristócratas en su mayoría extranjeras, a partir de la exportación de
productos autóctonos y otras materias primas de excelente calidad que competían
en el mercado con mejores precios. Sin embargo, la crisis generalizada no tardaría mucho en
llegar a Málaga, en los años de juventud de Isabel coincidió un declive
y un descontento que se extendía a toda la población.
Oyarzábal era hija de un andaluz y de una escocesa, se educó en la alta burguesía del momento, asistiendo al colegio religioso de la Asunción, a muy
corta edad percibió las necesidades externas de otros niños de distintos
ámbitos al suyo, esa percepción le llevó a impartir clases en la escuela de
niños pobres, en plena adolescencia su condición interior y solidaria ya le
conducía a observar una sociedad llena de carencias, e Isabel invirtió su
tiempo libre en educar a niños menos favorecidos. Su inquietud por la injusticia
social le preocupaba hondamente, por ello comenzó a marcar su destino de manera
más decisiva, a la mayoría de edad se
decantó abiertamente por los derechos básicos de la clase trabajadora.
Gracias a dominar varias lenguas viaja a Inglaterra para trabajar como profesora y desde allí
viaja a variados países donde descubre su necesidad de involucrarse en la
política de manera más directa.
En 1920 llega a ser presidenta de la “Asociación Nacional de Mujeres
Españolas”, desde esa tribuna contribuyó a formar a mujeres desprotegidas, así
como de informarlas de sus derechos mínimos, Isabel a pesar de haber tenido
privilegios adquiridos por su posición familiar no deparó en el intento de contribuir con su ayuda en la medida que le
era posible, su condición de mujer en
esa época añadía un doble esfuerzo que limitaban sus proyectos. Luchadora e
incondicional ofreció una serie de conferencias en foros diversos, siendo
aplaudida por su grado de convencimiento en el que se apoyaba la libertad común
e individual de la humanidad.
Mujer intelectual y polifacética cumplió su sueño de ser actriz debutando
en la obra “Pepita Tudó”, al mismo tiempo escribía y colaboraba en dos revistas
inglesas de ideas progresistas y
renovadoras. Las conferencias que declamaba por Europa y América a colación de
la cultura y artesanía española tuvieron la respuesta de publicar un libro
titulado: “El Traje Regional Español”. Más tarde publicó un libro dedicado a
los niños y a su psicología llamado “El Alma del Niño”, en él recoge la
problemática que incidían en niños con pocas posibilidades e introducía una
parte al derecho del menor. Isabel tuvo dos hijos con el escritor y pintor
Ceferino Palencia por lo que conocía de primera mano la importancia que tiene
en los primeros años del niño una buena
educación para desarrollar en el futuro
a un adulto pleno e inteligente.
Sobre los años veinte del pasado siglo acude como representante española
a Ginebra, allí se celebró el “Congreso de la Alianza Internacional para el
Sufragio de la Mujer”, dando un paso importante para conseguir el voto activo
de la mujer y que hoy disfrutamos en todos
los países democráticos.
En 1926 se crea el Club Lyceum compartiendo Isabel vicepresidencia del
mismo con la también malagueña Victoria Kent. Además fue la única mujer que
formó parte de las “Comisiones Permanentes contra la esclavitud de la Sociedad
de Naciones” (ONU)
En plena guerra civil, 1936 fue nombrada embajadora en Suecia y en los
países nórdicos. Una vez que pudo reunir y liberar a muchos de los detenidos en
campos de concentración franceses Isabel y su marido se exilian en la ciudad de
México.
Allí escribe distintas obras literarias que las firmaba con el nombre de
Isabel de Palencia, entre ellas destacan: “En mi nombre mando yo” y “Diálogos
con el dolor”, del mismo modo continuó
su labor como traductora e incansable erudita.
Isabel Oyarzábal no vuelve a España, fallece en México en el año
1974, dejando un legado alto e ilustre
para el recuerdo de todos.
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