Sol laminado que en el árbol cruje
Imperioso sol de fuego lenguado
Encerrando la flor que de sus rayos huye.
Membranas que entornan el sol de nuestros ojos
Por patios, como pasión ardida en las macetas
Requiebro de sol en su danza lenta
Entre mar y tierra pasa su beso ardiente
Soleado, dichoso, agradecido
A raudales al amor su calor importa,
Los soles encendidos, alumbrados quedan
En las cabezas de regalados dones,
El dios que lleva dentro en sus ciclos reparte
Luminosos días prometidos al infinito,
Sol enlunecido, de crepúsculo granate
Oro brillante, que en su dorado atardece
Las apagadas noches por su poder entregadas.
MERCEDES RAMOS JIMÉNEZ
NOVIEMBRE 2006
No hay comentarios:
Publicar un comentario