Inmovilizado, como envuelto en los hilos
que contra la pared tocan ajustados
quedaba el corazón dentro, ahogado
tartamudeante, casi sin voz y solo,
dentro de la sociedad, a pleno grito
pulsó el corazón sus valientes células.
Sin querer batallas ni pérdidas ni ganadas
comenzó a la conquista de su universo
por no hallarse ni perdido ni olvidado
claro y firme, sin sueños ni torpezas
fijó las salidas hacía la luz.
Con la exactitud del ciego tanteando
de entre las piedras, paso a paso
dejándose llevar por los sonidos
rasgados, crujidos, suspirados
en manifiesto laberinto involucrado
quieren ser sus pasos tan seguros y enlazados.
Sin guía, sin bastón, en nada sostenido
atemperando al suelo por el cielo entregado
asegúrese de ir tranquilo y sosegado,
ni en marítimas tempestades sumergido
dejaría de respirar el aire regalado.
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